Mis queridas maestras

Cumplo este año los 34 de dedicación a la docencia y, desde el principio, he estado aprendiendo de maestras con las que he tenido la suerte de trabajar. Ellas me han enseñando todo lo que sé de esta profesión y todo lo que ahora soy en ella que es, ni más ni menos, que maestro, ahora que casi puedo considerarme como tal. Mi primer destino fue en Mallorca y no tenía ni idea de cómo desenvolverme en clase; fueron Diana y Teresa, dos estupendas maestras, las que me fueron enseñando a volar y a sobrevivir en un medio que, entonces, como lo ha sido otras muchas veces, era hostil. Con ellas aprendí, sobre todo, la solidaridad entre docentes y di mis primeros pasos en equipos de trabajo. Mi segundo destino fue la educación de personas adultas (EPA) y, a medida que fue consolidándose el programa (y que la P de permanente fue reivindicándose como P de personas), fueron incorporándose al equipo de trabajo mujeres maestras que me aportaron mucho; la mayoría eran mujeres porque los contrato...