Aprovecho que mi colega Alfonso me ha enviado el último número de la revista Ágora para compartir este artículo: Por mucho que se empeñen un, llamémosle, infundio repetido mil veces nunca dejará de ser un infundio y por mucho que la realidad se obstine en construirse (o dejarse construir) a base de ficciones más o menos interesadas, ha de ser esa misma realidad la que, por su propio peso, debe reasentarse sobre hechos consumados. Desde hace un tiempo escucho y leo, entre asombrado e indignado, que el uso de las tecnologías en las aulas no mejora el aprendizaje. Allá por el 4 de abril de 2012, cuando se consumó la muerte anunciada del programa Escuela 2.0 , la Secretaria de Estado de Educación, cronista del deceso, hablaba en rueda de prensa de la probada ineficacia del modelo (y también, cómo no, de su alto coste) y apostillaba que llenar de ordenadores las aulas no ha demostrado ser académicamente rentable , basándose en estudios que confirman mejores resultados entre los alum...