Leer y escribir con las TIC



El proyecto leer y escribir con las TIC nació en el CPR de Calatayud durante el curso 2003-04. En ese momento muchos profesores, con una formación básica en TIC, utilizaban el ordenador como una máquina de escribir, pero sus alumnos y sus alumnas no usaban el teclado en el aula de informática ni en el rincón del ordenador.



Desde entonces, el objetivo es que los docentes creen y utilicen en sus clases un material más sofisticado, también para imprimir, pero, sobre todo, para trabajar en la propia pantalla. Un material en consonancia con nuestra filosofía de trabajo: los distintos tipos de textos y la escritura creativa.

Esta filosofía cobra especial significación con la llegada del proyecto pizarra digital a los centros de infantil y primaria. Muchas veces los árboles no nos dejan ver el bosque. Llevamos ya dos años mirando los equipos nuevos, pensando qué podemos hacer con ellos y, en algunos casos, hemos olvidado nuestra experiencia anterior, la máquina ha vuelto a imponerse a la filosofía. Por eso es el momento de recuperar la filosofía de leer y escribir con las TIC y, más que nunca, utilizarla en estas pequeñas y nuevas máquinas que tienen nuestros alumnos.

A partir de aquí, aunque suene a repetido, escribo de nuevo las reflexiones que hicimos mano a mano Pilar Baselga y yo, con la inestimable colaboración de Pilar Polo, los tres compañeros de fatigas y alegrías en el CPR de Calatayud durante varios años. La filosofía está en estas páginas, la práctica está colgada en el CATEDU y en un cederrón que anda por ahí agotado y que hay que seguir pirateando porque de eso se trata.


1. El punto de partida
Antes de comenzar, nos vamos a ir al final y a adelantar una conclusión, más bien, una sensación con la que os quedaréis después de trabajar estos materiales (por lo menos eso esperamos ahora mismo): no os vamos a enseñar nada nuevo; todo lo que digamos aquí lo tenéis en vuestra memoria, forma parte de vuestra experiencia docente y de la de muchos compañeros y compañeras que trabajan con vosotros, “sepan” o “no sepan” “informática”, por decirlo de la misma manera que en nuestros centros.

Si conseguimos desterrar de nuestros centros frases como “...es que tú sabes mucha informática”, habremos dado un paso de gigante para la integración de las TIC en la enseñanza, porque para conseguirlo no es necesario saber informática, ni mucha ni poca, sino tener voluntad de utilizar las TIC como una herramienta didáctica más.

Ya sabéis qué sensación queremos causaros, también conocéis nuestro objetivo, así que volvamos aquí y ahora: como docentes, tenemos una parte de la responsabilidad de la integración de las TIC en el aula, pero somos, sobre todo, docentes; no somos informáticos sino maestros.

Insistamos en ello con la experiencia que puede ser de cualquier maestro: mi primer contacto con los ordenadores fue a raíz del Atenea, que nació como un proyecto de innovación pedagógica que aportaba ordenadores, manuales, recursos, formación y materiales curriculares. Los que participamos en aquello acogimos a las máquinas con alborozo, nos estudiamos los manuales, asistimos a cursos, usamos con mayor o menor fortuna el software y, la mayoría, olvidamos los materiales curriculares en el fondo de un cajón. Nos olvidamos de integrar a otra gente en el proyecto y los pocos que participamos en aquello nos fabricamos una personalidad nueva: éramos el gurú de la tribu, el que sabía “...y no toques nada, que se estropea” 


Poco a poco fuimos cayendo en lo que llamaremos “el síndrome de Windows”.


Un síndrome que hemos ido contagiando a toda la gente que teníamos a nuestro alrededor y que se caracteriza por percibir y hacer percibir el uso de los ordenadores como parte de un proceso complejo. Tiene muchos síntomas, he aquí algunos de ellos:

  • Frustrar los logros, por ejemplo: si alguien ha conseguido que sus alumnos escriban textos con el bloc de notas o con el Word Pad, decirle que eso no es nada comparado con lo que podría conseguir con el Word.
  • No cesar en la búsqueda de programas nuevos y versiones de estos programas antes de rentabilizar los que ya tenemos.
  • Mitificar la avería, el conflicto de software, el “pantallazo”, el virus, cuando no son sino incidencias tan comunes como un pinchazo en una rueda –todavía no conozco a nadie que haya renunciado a conducir por no saber cambiar una rueda–.
  • ...
Hemos priorizado lo técnico sobre lo pedagógico y eso ha provocado agobios en los iniciados y desconfianza en los neófitos. Hemos provocado una avalancha de formación técnica y una escasez de formación pedagógica que nos obliga a pararnos, a reflexionar acerca de que los planes y programas de integración curricular de las TIC son educativos y, por lo tanto, su punto de partida no es, no ha de ser, técnico sino pedagógico. Desde aquí, donde nos encontramos ahora, es necesario buscar un nuevo punto de partida, para el que, dicho sea de paso, era imprescindible llegar hasta un determinado punto de formación inicial (tan diverso como personal), en el que probablemente estamos, desde el que podemos ir dando pasos hacia una pedagogía de y con las TIC.

2. El decálogo de Domingo Gallego

Para acabar esta introducción, vaya este decálogo que plantea el doctor Domingo Gallego:

  1. Elegirás una teoría para que te guíe en la práctica
  2. Sacarás partido de las potencialidades del medio informático
  3. Combinarás las tareas informáticas con las no informáticas
  4. Utilizarás el ordenador partiendo de aprendizajes específicos
  5. Introducirás el ordenador en las aulas
  6. Harás trabajar a los alumnos en grupo
  7. No dejes que el ordenador te sustituya
  8. Enuncia con claridad los objetivos curriculares
  9. Forma a otros profesores antes de formar a los alumnos
  10.  Nunca olvides que el ordenador es una máquina

 Y aunque los diez puntos son solidarios entre sí, centrémonos en el primero: ELEGIRÁS UNA TEORÍA PARA QUE TE GUÍE EN LA PRÁCTICA. Ahí vamos.

3. Sin filosofía no somos nada

Ya estamos aquí, hemos superado con mayor o menor fortuna la barrera –a menudo psicológica- del conocimiento de las herramientas básicas, batallamos a diario con el “síndrome de windows” y hemos desarrollado planes de integración de las TIC en todos los centros de primaria. Parece que también hemos aprendido cosas: es el tutor quien acompaña a los niños en su aprendizaje con la pantalla, y no el “especialista”; el ordenador debe estar presente en cada aula y no puede utilizarse como “premio” para el que termina antes la tarea y... hay vida fuera de los programas comerciales.



En efecto, los primeros pasos de cualquier claustro de profesores en el proceso de integración de las TIC han ido encaminados a conocer y valorar el software educativo que había en la sala de profesores: Adibú, Pipo y compañía estaban ahí. En algunos casos se han realizado elaboradas aportaciones que permiten saber qué aplicación es más adecuada para cada contenido curricular, especialmente valiosas en el caso de los alumnos con necesidades educativas especiales y para la diversificación curricular. Algo similar ha ocurrido con las aportaciones del rincón de CLIC, que son un recurso más, muy accesible y a menudo valioso.

            
Ahora vamos a proponer que se utilicen nuevas vías integradoras de las TIC en el aula. Que word, clic, neobook, hot potatoes, power point y las webquest, el correo electrónico, los chat y messenger -herramientas que pueden adquirirse con facilidad en seminarios de trabajo y cursos a distancia- se utilicen, preferentemente, desde una filosofía, la construcción activa del conocimiento. ¿Por qué? Porque sólo desde una práctica renovadora pueden integrarse las TIC en la vida de las aulas.

Una clase expositiva (magistral o no tanto) puede mejorar mucho con una presentación en power point, podemos reforzar aprendizajes rutinarios y memorísticos, como el cálculo o la ortografía, con word o clic, pero este tipo de prácticas, con ser valiosas, nunca despreciables (no olvidemos el síndrome de windows), pueden convertirse en una anécdota, como cuando utilizábamos el vídeo dos veces al año, para explicar la lección de los volcanes o el ciclo del agua. ¿Y el resto del tiempo qué hacemos con el ordenador? ¿Va a convertirse en un estorbo en lugar de en una herramienta valiosa?


En una clase tradicional, puede que sí. Muchos compañeros preguntan:mientras “pongo” a dos en el ordenador... ¿qué hago con los otros? O, al revés... ¡entonces, los que están en el ordenador no se enteran de la lección de hoy! Son clases con los alumnos ordenados en fila, de uno en uno o como mucho en parejas, en las que no se trabaja en grupo y que carecen de objetivos como colectivo. El maestro y sobre todo los libros los fijan de antemano: antes de Navidad –llueva o truene- hasta el tema doce. Sí, hombre,oímos también a menudo, con uno de integración y cinco inmigrantes... ¡Además, voy a utilizar el ordenador! Pues sí, porque cuando hablamos de interculturalidad hablamos de diversidad en el aula. Mal acogeremos la presencia de alumnos inmigrantes o sencillamente diferentes en nuestras aulas si nuestra filosofía de trabajo exige aulas uniformes (que nunca han existido salvo en el imaginario de algunos profesores y de la actual ministra de educación) en las que todos los niños y niñas hagan lo mismo y a la vez, con aprendizajes individualizados en los que el niño no enfrenta o coteja su saber y su experiencia con sus iguales sino únicamente con el profesor, creando en éste un enorme estrés. Si los profesores y profesoras no cambian la forma de entender los procesos de aprendizaje, superando la dependencia de los libros de texto, la utilización de las TIC se resolverá en el uso de programas de software educativo por niveles, como el que ya proponen algunas editoriales, la mera transposición de la ficha o el problema a una pantalla. Nada más. Sin otra práctica más abierta, investigadora y colaborativa la escuela rural se verá abocada a perseguir –inútilmente- los estándares de “calidad” de los colegios completos, los urbanos, y siempre arrastraremos el sambenito de esto es imposible, tengo once alumnos de cuatro niveles distintos. Así no se puede enseñar, cuando sabemos que así se puede aprender más y mejor.


En estas clases es muy difícil integrar las TIC en los procesos de aprendizaje. Como fue imposible integrar el vídeo, la fotografía, el periódico, ni siquiera los audiovisuales o el cómic. Pero la vida real está repleta de información, es información, y la televisión, los videojuegos y cada vez más Internet, ocupan el papel que antes detentaban la familia y la escuela: son los creadores de opinión, homologan los valores en alza.

Llevar los ordenadores al aula es importante por tres razones: la primera porque están en el mundo y todo lo que está en el mundo debe estar en la escuela, ser una herramienta más al servicio de profesores y alumnos, al servicio de una educación de calidad; la segunda como factor de compensación social “Los ordenadores –como formuló Myriam Nemirovsky- tienen que estar en clase porque están en casa y, si no están en casa, con más razón aún tienen que estar en clase”; la tercera porque ya nos han ganado la partida otras veces y no podemos abdicar de esta batalla que nos devuelve oportunidades perdidas: la adquisición de información y el manejo crítico de la misma es indispensable en la educación de los nuevos ciudadanos y también lo es para la preservación de la democracia y de nuestra civilización, hija de la razón y de la libertad; de los derechos humanos y la separación de poderes; del laicismo y la tolerancia, hija de la Revolución Francesa.


El elemento que más está cambiando realmente la vida de las aulas y los centros en los últimos diez años no es el ordenador, ni la impartición del inglés desde los tres años, ni siquiera la presencia de profesores especialistas en audición y lenguaje o pedagogía terapéutica. Todos ellos son elementos indispensables y valiosísimos -cuando yo llegué a la enseñanza todavía me tocó dar francés sin saberlo, y “hacerme” un 3º de primaria completito con la música y la educación física, “repartir” alumnos de otros profesores cuando estaban de baja porque no había nadie de apoyo..., así que cualquier tiempo pasado no fue mejor-... ¿Entonces qué es lo que cambia realmente la vida de las aulas? Las buenas prácticas educativas de los profesores y profesoras. Los docentes que, en aulas nivelares o internivelares, trabajan en y con la diversidad, respondiendo a las necesidades individualizadas de sus alumnos, sean inmigrantes y/o alumnos desfavorecidos socialmente o discapacitados; los que utilizan la pantalla de los ordenadores (y los folletos de Alcampo) para enseñar a leer y a escribir -y nunca terminamos de aprender a escribir y leer-; quienes dirigen a sus alumnos en la navegación por internet para buscar información con la que abordar sus proyectos de trabajo; aquellos que acogen en sus aulas a padres y abuelas, a bibliotecarias y mecánicos, haciéndoles formar parte del proceso de aprendizaje de los niños, poniendo las bases de una auténtica comunidad de aprendizaje en su pueblo o en su barrio; los que atienden a los sentimientos de sus alumnos y son capaces de crear un adecuado clima en el aula, del que emanan un orden creativo y una autoridad democrática; los que trascienden los libros de texto convirtiéndolos en sus aliados, elementos subsidiarios y nunca más directivos en el proceso de aprendizaje, nunca más enemigos de la diversidad, de la creatividad, de la investigación... de la educación.


Ya tenemos una filosofía, tenemos ordenadores y ganas de trabajar... pues adelante. Para seguir trabajando proponemos dos líneas de desarrollo que integren las TIC en buenas prácticas escolares: la producción de textos escritos y el aprendizaje mediante la colaboración.

4. El texto en pantalla

No sé si alguna vez se acabará el libro impreso, tampoco me importa mucho, lo que tengo claro es que la lectura y la escritura en pantalla será, a lo largo del siglo XXI, la forma más habitual de leer y escribir. Buena parte de la cultura escrita está en las bibliotecas, es cierto, pero no lo es menos que buena parte de la cultura escrita también está en Internet y no sólo eso, todas las nuevas formas de cultura escrita que han nacido desde finales del siglo XX y seguirán apareciendo en el futuro están antes en Internet que en las bibliotecas.



Leemos periódicos en Internet que se actualizan con una inmediatez que, hasta hace poco, sólo tenía la radio. Todas las mañanas, encontramos los titulares de prensa en nuestro buzón de electrónico, pero la imagen de salir al jardín en bata y zapatillas a por el periódico, o la del perro con el diario en la boca quedarán reservadas a las películas americanas o a las tiras cómicas. Pero el periódico en la web ya se vende y si el negocio acaba siendo rentable, la prensa en papel sufrirá un proceso de transformación todavía difícil de imaginar.



Hay muchos literatos desconocidos publicando en Internet, pero cada día son más los escritores conocidos que publican sus obras en la web. La aparición de algunos libros completos y de muchos primeros capítulos que las editoriales o los propios autores proporcionan a los lectores para promocionar las ediciones, están cambiando la forma de leer y la de elegir libros y crea una especie de inquietud entre los que gustamos de tocar los libros. Pero paralelamente surgen movimientos de intercambio de libros entre personas desconocidas, ediciones digitales, piratas o legales, se mueven constantemente por la red y fenómenos como el Book Crossing (dejar libros en lugares determinados para que otras personas los encuentren y los lean), que convierten nuestras ciudades en bibliotecas urbanas, serían imposibles sin la existencia de Internet y están adquiriendo tanta importancia que no sería descabellado convertir los espacios escolares en ámbitos de aprendizaje de esta práctica.

           
Nuestros alumnos y nuestras alumnas, pero también los y las docentes, empleamos menos que antes las enciclopedias y los libros de consulta. Cada día somos más los que entramos en Internet para buscar información, antes de buscarla en las fuentes tradicionales, incluso, si no la encontramos, buscamos las fuentes tradicionales también a través de Internet.

Ratón versus teclado
Hoy por hoy, los niños y las niñas que van a la escuela son fundamentalmente ratonistas, lo que peor manejamos nosotros es lo que mejor manejan ellos. El ratón forma parte de su cultura generacional, ya no es una prolongación de su mano, como nos dicen a los docentes en los cursos iniciales, sino de su cerebro. Aunque las videoconsolas tienen un importante protagnismo en este hecho, nosotros también hemos contribuido a ello, mediante la utilización de programas comerciales formando niños ratonistas y nos hemos olvidado del teclado que, al fin y al cabo, supone, junto con la impresora, el periférico más novedoso que aportan los ordenadores en las aulas.


Hay que seguir escribiendo en la libreta, con bolígrafo, es cierto, pero no lo es menos que el bolígrafo sustituyó al tintero y la pluma, y el papel al pizarrín, igual que la pantalla del ordenador y el teclado sustituirán inexorablemente a esas otras herramientas y acabaremos aceptándolo con la misma naturalidad con la que nuestros predecesores, aceptaron los demás cambios.
           
La escritura mediante el teclado, es el medio que utilizarán en adelante en su vida adulta y activa y habrá que tenerlo en cuenta a la hora de trabajar en las aulas, al fin y al cabo, hace mucho tiempo que desaparecieron los escribas y los escribanos.

La nueva lectura
La lectura personal unidireccional se convertirá en un elemento minoritario, adecuado para saborear la narrativa y la poesía.

En muy poco tiempo ningún ensayo, ningún texto informativo, expositivo... será unidireccional. 
Hablaremos de hipertextos, textos multimedia o textos multidireccionales, cuya prehistoria podrían ser los periódicos, que leemos de delante hacia atrás o al revés, pasando de la primera página a la 17, donde se amplía la información, o al editorial sobre el mismo tema.
            
Eliminada la preocupación por el aspecto de lo escrito, ya que no somos escribanos ni queremos educar copistas, es posible centrarse en el contenido, si es esto lo que nos interesa,  y nos interesa porque un buen escritor es un buen lector –apasionado y crítico- y a escribir (no a producir signos, sino producir mensajes) sólo se aprende escribiendo. La ventana electrónica proporciona a los productores de textos una amplísima gama de posibilidades de las que carece el cuaderno:

  • Entre una palabra y otra palabra siempre puede haber una palabra más, o dos, o tres... Incluso antes de la primera palabra puede haber una nueva primera palabra y otra más... Imaginaos lo que ganamos en expresividad. 
  • Entre una palabra y otra palabra puede haber una palabra que sobra, o dos, o tres... Imaginaos lo que ganamos en concreción. 
  • En vez de una palabra puede haber otra más acertada. Imaginaos lo que afinamos en semántica, como mejoramos nuestro vocabulario. Y además, si usamos un procesador de textos evolucionado, disponemos de un diccionario de sinónimos. 
  • En vez de una palabra incorrecta podemos poner otra palabra correcta. Pensad lo que ganamos en ortografía (y el valor de la corrección inmediata en ortografía, que impide que los niños “convivan” con la palabra mal escrita). 
  • Entre una frase y otra frase siempre puede haber otra frase, y podemos cambiar una frase de sitio y reordenar el escrito. Imaginaos lo que gana nuestro pensamiento.  

Pero la escritura carece de sentido sin la lectura, y leer a través de la ventana electrónica no es sólo leer sino actuar sobre la escritura:

  • Leer el texto propio o el ajeno para revisarlo y, en su caso, cambiarlo. 
  • Leerlo para estructurarlo, para revestir a las palabras: 
  • Separarlo en párrafos 
  • Cambiar tamaños y tipos 
  • Enfatizarlo 
  • Poner títulos, subtítulos 
  • Viñetas 
  • Listas numeradas 
  • Columnas 
  • ...

Lo que Emilia Ferreiro llama la “misse en page”. Un texto correctamente vestido es un texto que se ha comprendido y que ayuda a estructurar el pensamiento del que lo produce y del que lo lee.

Además, un texto correctamente realizado (con buena ortografía, adecuada presentación, bien titulado...) promueve en nuestros alumnos el gusto por el trabajo bien hecho y realza su autoestima. La corrección, con sus compañeros o su profesor, no es una ofensa (una tachadura con bolígrafo rojo en el cuaderno, que estigmatiza a quien la sufre), sino la adopción de un nuevo punto de vista, un pacto entre iguales o una nueva mejora al texto original.

Todo esto se puede hacer con el procesador de textos más complicado y se requiere muy poco aprendizaje para hacerlo, pero también puede hacerse con el procesador de textos más simple.

Y además podemos aplicar todos los juegos que conocemos de escritura creativa.


5. Hablando de ortografía...
El uso de la revisión ortográfica de Word es una cuestión controvertida: existen profesores que piensan que es una ayuda para el aprendizaje de la ortografía y otros que prohíben que se utilice el procesador de textos queriendo evitar que los errores ortográficos se solapen. Hay opiniones para todos los gustos, pero también hay hechos comprobados.

En cualquier caso, el hecho es que los procesadores de textos o, en este caso, usando la más adecuada expresión iberoamericana, los procesadores de palabras, ayudan a producir textos y la experiencia personal nos permite afirmar que los correctores ortográficos ayudan a la mejora de la ortografía, siempre y cuando se utilicen de una forma adecuada.

Que el programa detecte automáticamente un error ortográfico es un importante elemento de alerta para quien escribe: le obliga a detenerse, si está configurado para que se haga la revisión mientras se escribe, o a pasar el corrector una vez escrito el texto, si la configuración no permite la revisión simultánea y se ha creado el hábito de corregir.

Y el hábito de corregir se convierte en un segundo elemento a favor del uso de los correctores ortográficos; puede pretextarse que se trata de una corrección de signos, no de significados, que se realiza mecánicamente y sin saber por qué, pero es un paso dentro del proceso de construir textos, aunque no el más importante.

...y de producción de textos
La metodología de la creación de textos con el procesador debería aprovechar la flexibilidad que permite el programa: 


  • primero, realiza un esquema con las ideas básicas, sin preocuparte del orden.
  • segundo, desarrolla cada idea en un párrafo;
  • tercero, pasa el corrector;
  • cuarto, relee y ordena los párrafos, los conceptos;
  • quinto y último, da lo que Emilia Ferreiro llama la "misse en page", la puesta en escena del escrito, porque un formato final adecuado al contenido implica su comprensión y es preciso comprender un texto para explicarlo bien, pero también para formatearlo bien.

Es en este contexto pedagógico de la escritura donde la corrección ortográfica cobra sentido. Un fallo detectado implica un proceso de alerta, reflexión y decisión. Word no hace más que proporcionar una lista de palabras que provoca en quien lo usa la reflexión acerca de la naturaleza del error y la decisión de utilizar otra palabra para subsanarlo, mucho más de lo que conseguimos con el típico dictado casi automático en el que el alumno se esfuerza por recordar el texto que acaba de leer con atención o, aún peor, toma una decisión al azar, sin pararse a reflexionar sobre lo que escucha.

Y para el alumnado de niveles altos, que puede utilizar palabras desconocidas por unos diccionarios informáticos tan útiles como insuficientes, el momento de la decisión es más importante cuando el corrector rechaza una palabra y ellos creen que es correcta: añadirla al diccionario electrónico personal implica mucha seguridad y, a menudo, la consulta de un  diccionario en formato libro o electrónico (hasta la Real Academia lo publica).

Ante la duda de activar la revisión ortográfica mientras se escribe o desactivarla para utilizarla al final del documento, creemos que la segunda opción es mejor en los niveles educativos inferiores, aunque en los avanzados pueden utilizarse ambas de forma indistinta; la fatídica marca roja que señala el error conlleva un riesgo que es preferible no correr: la ruptura del discurso. Y lo importante es el discurso.

El uso de los sinónimos provoca reparos parecidos entre el profesorado, sin embargo, es innegable que se trata de una buena herramienta para adquirir vocabulario, siempre que se use con un criterio didáctico. De todos modos, la única diferencia existente entre el uso del diccionario de sinónimos tradicional y el electrónico es el formato.


¿Y qué textos? 
Si asumimos que siempre estamos aprendiendo a escribir y leer es porque existen distintas formas de hacerlo y muchos “niveles” de lectura y de escritura. Una vez superada la falsa creencia de que leer es pronunciar sonidos y, escribir, graficar signos, comprendemos que existen distintas maneras de mirar y leer un texto periodístico, una carta, un anuncio, un texto expositivo o uno literario, del mismo modo que no escribimos igual ninguna de estas producciones.

Para comprender un texto hay que “situarlo” correctamente, es preciso adscribirlo a un tipo y saber si estamos ante un relato real (una biografía) o uno de ficción (una novela), si el destinatario es una persona conocida, o al menos determinada, a la que queremos comunicar algo (una carta) o un colectivo (noticia periodística), si nuestro objetivo es informar o entretener... además no leemos de la misma manera un anuncio, un periódico, un cuento, una carta o un texto expositivo, ni, por tanto utilizaremos las mismas técnicas para escribirlo.

Por esta razón las aulas deben estar llenas de textos, diferentes y complejos, como los que existen en la vida real. Los niños deben manejar folletos publicitarios, periódicos y revistas, diccionarios, listas, manuales de instrucciones, libros de texto y consulta, biografías, cartas, anuncios,... conocer sus características intrínsecas, leerlos y producirlos, porque sólo se aprende lo que se hace.

En la escuela no pueden faltar:

  • Textos enumerativos. 
  • Textos informativos. 
  • Textos literarios. 
  • Textos expositivos. 
  • Textos prescriptivos.
6. Hipertexto, multimedia e hipermedio
Aunque el proceso no sea tan evidente como cuando hablamos de herramientas (pluma, bolígrafo, ordenador), tampoco se ha leído  y escrito siempre igual. Hubo un momento en el que la única lectura posible era en voz alta y la ausencia de signos de puntuación hacía del lector un especialista, un técnico, un “conocedor”. Cualquiera no podía leer. La lectura silenciosa es un fenómeno relativamente reciente en la historia de la humanidad pero ha relegado a la lectura en voz alta a determinados monasterios, a las fábricas cubanas de puros y... a la escuela. Del mismo modo que podemos afirmar que nunca ha existido la lectura personal unidireccional (salvo cuando mandamos leer en clase en voz alta), ni periódicos ni instrucciones ni informes, ni siquiera la poesía, ahora tampoco los productores de textos elaborarán propuestas unidireccionales. En muy poco tiempo ningún ensayo, ningún texto informativo, expositivo... será unidireccional. Hablaremos de hipertextos, textos multimedia o textos multidireccionales, cuya prehistoria podrían ser los periódicos, que leemos de delante hacia atrás o al revés, pasando de la primera página a la 17, donde se amplía la información o al editorial sobre el mismo tema.

La lectura en pantalla, además de ser lineal, como en el cuaderno o el libro, permite otras modalidades; si el medio lo permite, ¿por qué renunciar a escribir textos multidireccionales o introducir sonidos, imágenes en movimiento... Es aquí donde aparecen los conceptos de hipertexto y multimedia.

Hipertexto
Una definición sencilla de hipertexto: una colección de textos simples a través de los cuales se puede navegar para acceder a la información asociada. Los documentos hipertextuales permiten superar el carácter lineal de la lectura, otorgándoles una multidireccionalidad de la que carece el texto impreso, convirtiéndose así en una excelente herramienta de exploración.

Naturalmente, quien crea un documento hipertextual tiene que tener muy claro el objetivo que pretende y, por tanto:
  • Integrar adecuadamente la información. 
  • Crear una estructura lógica adecuada. 
  • Facilitar un entorno de navegación eficaz.
El ejemplo más sencillo de hipertexto es el modelo glosario o referencia cruzada (palabra vinculada con su significado y vuelta al texto principal). Pero los documentos hipertextuales pueden complicarse mucho más, permitiendo distintos itinerarios según la decisión o el nivel del lector.

Así pues, en un documento hipertextual, podemos encontrar numerosos apoyos pedagógicos:
  • Mecanismos de búsqueda (índices, referencias cruzadas, glosario...) que facilitan la construcción del significado. 
  • Acceso a distintas representaciones del conocimiento con una estructura relacional y dinámica que invita a la investigación. 
  • El autor puede trazar distintos caminos teniendo en cuenta, no sólo el contenido que se quiere transmitir, sino también el destinatario. 
  • El lector puede seguir caminos diversos para su lectura, obviando lo conocido, buscando en lo desconocido... 
  • Todas las fuentes necesarias para realizar un determinado aprendizaje pueden estar al alcance de un clic.
Multimedia
Puede entenderse multimedia en un doble sentido:
  • la integración, en un documento, de distintas formas de representación y narración de la realidad: textos, sonidos, imágenes fijas e imágenes en movimiento...
  • o, yendo más lejos, la creación de un contexto interactivo para el aprendizaje caracterizado por: 
    • Información no secuencial 
    • Integración de información 
    • Enlaces asociativos 
    • Caminos 
    • Interactividad 
    • Dinamismo en el acceso a la información 
    • Integración de medios
    • Hipermedio
La integración en un documento de hipertexto y multimedia es lo que da origen al hipermedio, que podemos construir con numerosas herramientas.












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