No es marketing, es comunicación

 

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Será porque el término tiene su reminiscencia comercial, pero hablar del concepto y la figura del community manager en centros educativos suscita tanto interés como desconfianza. Precisamente por esa dualidad es preciso aclarar desde el principio y por principios que la presencia de los centros en las redes sociales no es marketing sino comunicación y procede una reflexión para responder a la pregunta por qué mi centro ha de estar en redes sociales que nos lleva a múltiples conclusiones de las que adelanto algunas e invito a completar:

La primera y más importante es la visibilidad que nos da el hecho de compartir contenido propio que, como docentes y artífices, nos satisface: no se trata de propagar humo sino de mostrar realidades que nacen de la conjunción de la creatividad docente, del alumnado, para y con el que trabajamos, enredado en nuestra trama educativa y de ese ecosistema socio-económico en el que habita nuestra comunidad educativa. Tender ideas en la red es una forma de construir inteligencia colectiva interactiva, la fusión entre lo que creamos y las fuentes donde bebemos para cimentar la identidad de las iniciativas pedagógicas que erigen nuestros centros y de encontrar almas gemelas o divergentes con las que caminar desde la colaboración o la complementariedad; de hacernos fiables y confiables; hasta de presentarnos atractivos, de gustarnos y de gustar, también a nuestra propia comunidad educativa para la que, a veces, somos unos perfectos desconocidos; de conseguir ese compromiso, el engagement, que necesitamos para cimentarnos reconociéndonos en lo que construimos.

Dinamizar las redes sociales de un centro docente es una tarea sencillamente compleja, resultado de un entramado de nodos solidarios entre sí en una red multidireccional donde cada individuo es imprescindible para fortalecer el todo:

En equipo, es preciso reflexionar acerca de quiénes somos, a quiénes nos dirigimos y para qué queremos que nos escuchen y, a partir de ahí, diseñar un plan de comunicación que incluya un plan de medios sociales en el que se establezcan desde cuestiones de logística como cuáles son las redes que usa nuestra comunidad potencial (seguramente: facebook para las familias, instagram para el alumnado o twitter para el profesorado y youtube como elemento común) hasta qué y cuándo publicamos y, sobre todo, qué estructura vamos a articular para que las redes de nuestro centro sean activas, atractivas, interactivas y, sobre todo, creíbles. Se trata de afianzar un andamiaje anclado en tres  bases: las fuentes, el equipo y el protocolo.

Soslayar la volatilidad de las redes sociales, requiere beber en la web y el blog de centro o de aula, de proyectos… o en sitios ajenos para obtener la mayoría de los contenidos a compartir, los propios de nuestras iniciativas, o ajenos (esas líneas pedagógicas o metodológicas que nos interese lanzar a nuestra comunidad como orientación y garantía de lo que pretendemos).

El equipo es el que envía contenido de cada uno de esos medios a quien coordina las redes o cada red, de acuerdo con unos protocolos que establezcan cantidad, temporalización, relevancia…

Así, sin prisas, diseñamos nuestra estrategia de comunicación que nos conecte con un ecosistema educativo donde la simbiosis es la fórmula para aprender y crecer.


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