Generosidad docente


La escuela rural contigo en casa, impresiones personales.

Estas vacaciones de Semana Santa las he dedicado a viajar por todo Aragón a través de sus escuelas. Un recorrido para cosechar algunas de las esencias educativas que los centros rurales han destilado para conseguir que la escuela siga desde casa en las mejores condiciones de equidad, inclusión y calidad. En mi camino he coincidido con gente generosa, maestras y maestros que se crecen en la adversidad y que me han abierto las puertas de sus cuartos, desde donde siguen educando; docentes fértiles que han puesto su tiempo y su creatividad al servicio de este oficio; profesores y profesoras que empatizan con la dificultad que viven su alumnado y sus familias y que buscan, por encima de todo, el bienestar de los más pequeños y el equilibrio de las más mayores, en una síntesis pedagógica compleja entre emociones, salud, currículo y tecnología que resulta casi mágica.

Generosidad es la palabra que sintetiza este reto a la inteligencia colectiva docente construida de imaginación, creatividad, colaboración, reflexión, acción, responsabilidad, cuidado, respeto, prudencia, alegría, compromiso, resiliencia, paciencia, entusiasmo, optimismo y no sé cuántas cualidades más.

Orgullo es la palabra que me nace después de estos días de viaje, orgullo personal de compartir este oficio con toda esa gente generosa que construye la escuela desde casa. No pido un aplauso a las ocho de la tarde para ellos y ellas, educar no es un acto heroico como el que desempeñan a diario quienes están en la calle, en los hospitales, en las residencias, o en los mercados. Educar es sólo ese oficio apasionado y vital que sueña sociedades mejores.

Comentarios

  1. Gracias por tus palabras, es verdad que educar no puede entenderse si no se vive como una pasión.

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